La experiencia de Marcos 4,35

¿A los 83 ir a la otra orilla? ¡¡¡No puede ser!!!! Mejor me quedo en lo seguro y terminar en lo que estoy hoy, es suficiente, no más…
¿Pero y qué hago con lo que Jesús le dice al viejo Nicodemo (y me lo dice a mí) ?: “Tienes que nacer de nuevo”. Verdaderamente que no nos deja tranquilas.
Pero después de los 80 nos desequilibra, nos da miedo “renacer”. Preferimos quedarnos en la orilla conocida y segura, en esta orilla que me enseñaron, me formaron en las Constituciones, la moral, el Costumbrero…
¿Qué es y cómo se puede entiende hoy “la otra orilla” en un mundo convulsionado y violento, una Iglesia jerárquica en crisis, una fe sin religión,
una vida consagrada que busca y quiere revivir sus elementos esenciales para poder dar respuestas válidas…?
La “otra orilla” es dejar ir y acoger la vida que fluye en formas diferentes, desconcertante. Es soltar lo de ayer, para acoger lo de hoy. Es soñar un futuro que podemos tener en las manos. Es mantenernos en los intentos que brotan de la propia tierra.
Hay fuerte tempestad en todo, porque todo cambia. Pero lo que no cambia es el Amor. En todo y en todos ES. El que ES siempre presencia apacible y activa. El que ES trabajando siempre en nosotros. El que ES tomándonos de la mano, sin soltarnos jamás.
La barca es frágil, la tormenta fuerte, pero la Presencia es plena y amorosa.